Caprichos Presidenciales de Sexenio
Por Lic. Pedro
G. García Rementería
El deseo
de los Presidentes en México, es pasar a la historia, no como el mejor
estadista, no cómo el mejor en su cargo, sino por su capricho a hacer algo que
nadie más puede hacer, tal vez, porque nadie más tiene ese poder en particular
y desean hacerlo patente. Algunos de estos caprichos han sido en verdad en
beneficio del país y de los mexicanos, otros han sido, simplemente
trivialidades.
Sexenios
van y vienen y los Presidentes de la República, demuestran su narcisismo al
llevar a cabo medidas extremas y hasta extravagantes para demostrar su paso por
Palacio Nacional.
La
historia es impresionante, Lázaro Cárdenas, nacionalizó el petróleo y durante
su sexenio, fue extremadamente paternalista con el pueblo de México.
Manuel
Ávila Camacho, dejó su huella al declararle la guerra a Alemania, cuando México
no estaba ni en condiciones ni en capacidades de pelear ni contra una banda de
robacoches.
Miguel
Alemán Valdez comenzó la edificación de la Ciudad Universitaria, uno de los
aciertos más grandes de la historia, pero por otro lado, abrió las puertas a la
iniciativa privada en aspectos que antes, sólo el estado atendía.
Con don
Adolfo Ruíz Cortinez, las cosas nunca se salieron de control, siempre hubo una vigilancia
absoluta dentro del gobierno, pero al salir, dejó impregnada su huella al poner en
práctica el plan “La Marcha al Mar”, con la finalidad de llevar a las
zonas costeras los excedentes de la población del altiplano y lograr un mejor
aprovechamiento y desarrollo de los recursos marítimos, plan que pasó sin pena
ni gloria y por fin, terminó por desaparecer.
El siguiente Presidente, fue Adolfo
López Mateos, conocido como Adolfo el Joven, a causa de su antecesor. Este
Presidente se caracterizó por ser muy carismático, trabajador, bohemio y
sencillo, además de ser uno de los Presidentes más queridos por el pueblo de
México. Su capricho, Nacionalizar la Industria Eléctrica, lamentablemente, no
fincó las bases para que la empresa creada a partir de la nacionalización no
llegara a ser el monopolio corrupto que es hoy en día.
En el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, se
fomentó el desarrollo económico del país, siguiendo el modelo del “desarrollo
estabilizador”; fue un sexenio en el que se enfrentó a los movimiento sociales
con dureza y mano firme, se le recuerda por la “matanza de Tlatelolco”; su
capricho, traer a México los Juegos Olímpicos de 1968, evento que endeudó al
país como nunca antes.
Luis
Echeverría Álvarez, sucesor del Díaz Ordaz, recibió un país violento y con las
constantes recriminaciones de su participación en la matanza de Tlatelolco,
hecho del cual siempre se ha deslindado. Viajó por todo el mundo promoviendo a
México y apoyando los regímenes socialistas de Chile y Cuba. Su capricho fue
lograr convertirse en Secretario General de las Naciones Unidas bajo el amparo
de su “política de promoción” de los países del Tercer Mundo, en clara alusión
a los países en vías de desarrollo; gracias a este capricho, su promoción internacional,
le costó al país incrementar la deuda hasta $20,000,000,000.00 de dólares. Otro
de sus caprichos fue expropiar Teléfonos de México.
Después del sexenio de Echeverría se
vino el de la opulencia y narcisismo presidencial, el de José López Portillo.
Un sexenio lleno de corrupción en donde los valores morales se extinguieron y
los servidores públicos se sirvieron con la cuchara grande; entre los caprichos
presidenciales más destacados se encuentra la famosa “Colina del Perro” en
Cuajimalpa, además del “Partenón” (que, aunque perteneció al nefasto Arturo
Durazo, se hizo como parte de los “festejos” narcisistas en “honor” al
Presidente). Otro de los caprichos presidenciales se dio al finalizar su
gestión, cuando, al momento de presentar su sexto informe de gobierno,
nacionalizó la banca, no sin antes espetar sus “célebres” frases: “defenderé el
peso como perro” y “ya nos saquearon y no lo volverán a hacer” en alusión a los
banqueros.
Con Miguel de la Madrid en la silla
Presidencial, se vinieron cambios radicales dentro de la política del país, se
cambiaron los estilos de hacer política y se le abrieron las puertas a la
tecnocracia, se buscó erradicar a la clase política, para substituirla con los
tecnócratas. Su capricho, la firma de los Pactos de Crecimiento Económico y el
ingreso de México al GATT, lo que le valió al país entrar en una vorágine de
desestabilización económica, llegando a alcanzar una devaluación del peso del
300%.
Con Carlos Salinas de Gortari, se
instauró el “Liberalismo Social”, tal y como lo definió él, que buscaba
recuperar lo mejor de las tradiciones ideológicas del liberalismo juarista del siglo
XIX y de la Revolución Mexicana del siglo XX. Uno de los principales caprichos
presidenciales fue privatizar lo más posible y, entre los grandes negocios de
privatización se encontraban TELMEX y los bancos, que fueron “cedidos” a sus
amigos y socios comerciales, como TELMEX a Grupo Carso, de su amigo Carlos Slim
y los bancos, que fueron a parar a manos de sus amigos y socios (Jorge Lankenau
Rocha, Ángel Isidoro Rodríguez y Carlos Cabal Peniche, entre otros). Su
capricho más grande y notorio fue, la globalización de la economía mexicana,
sustentada por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
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