miércoles, 2 de octubre de 2013

2 de Octubre no se olvida.


Por Lic. Pedro G. García Rementería

         Año tras año y desde hace más de 40, los “estudiantes” mexicanos se reúnen marchando y vandalizando el 2 de Octubre, bajo el grito de “El 2 de Octubre no se olvida”. Sin embargo, esos “estudiantes” siguen a los falsos líderes de aquel movimiento estudiantil del 68, que ahora se “visten” de héroes/víctimas por haber estado quizás en la plaza de las Tres Culturas o, tal vez, ni siquiera cerca del epicentro de la vorágine que se generó ahí. Muchos de esos “líderes” NO llegaron a ir a la plaza, quizás porque sus padres no se los permitieron, porque se extraviaron o porque simplemente no eran sino borregos que siguieron sin saber por qué lo hacían.
         La realidad es y esto es lo lamentable, que los nuevos “indignados” que marchan solemnemente año tras año, son puro joven imberbe que ni siquiera habían nacido al momento de los eventos en cuestión y ni siquiera conocen los antecedentes del incidente.
         En 1968 se vivía una vorágine de cambios alrededor del mundo, los estudiantes en Europa y Estados Unidos, protestaban en busca de cambios sociales que los pudieran beneficiar, especialmente en el área de los estudios superiores. En México sin embargo, las protestas se encaminaron a atacar las instituciones y, en especial, a la figura Presidencial. Las formas utilizadas por los estudiantes en México, pasaron de las propuestas al vandalismo, al secuestro, a la agresión, al robo, la toma violenta de la UNAM y del politécnico y, hasta el apoyo incondicional a la Liga Terrorista 23 de Septiembre, que entre sus actividades clandestinas se cuentan las siguientes: fueron responsables del intento de secuestro y muerte de Eugenio Garza Sada (17/09/73), de la tentativa de secuestro de Margarita López Portillo, hermana del entonces Presidente electo José López Portillo (Septiembre de 1976) y de los secuestros del Cónsul Inglés de Guadalajara y del empresario tapatío Fernando Aranguren, que dio como resultado la liberación del primero y la muerte del segundo.

Estudiantes sobre camión quemado

         Los líderes del movimiento estudiantil se encargaron de convertirlo en un movimiento violento y fuera de control; los jóvenes salían a las calles y secuestraban camiones, hiriendo y lesionando a los choferes, se opusieran o no al secuestro de sus unidades, golpeaban y asaltaban a taxistas; los comerciantes estaban a su merced, sí bien les iba, sólo les robaban, mercancía y dinero; los uniformados se encontraban desprotegidos, ya que eran atacados sin compasión por manadas de bestias enardecidas que no sabían lo que querían.
         Las marchas y tomas de instalaciones fueron el pan nuestro de cada día; el gobierno mientras tanto, se enfocaba en mantener la civilidad e invitaba a los líderes del movimiento estudiantil, para llegar a acuerdos a través del diálogo, pero la respuesta siempre fue la misma, la negativa al diálogo y la violencia.
         Las amenazas por parte de los líderes estudiantiles hacia las instituciones, los secuestros, la violencia, la falta de respeto hacia el presidente de México (Lic. Gustavo Díaz Ordaz, nota aclaratoria para los imberbes), el nulo acato a los deseos y preceptos de la sociedad y la falta de amor hacia sus casas de estudio desencadenaron en un enfrentamiento abierto entre el gobierno y los estudiantes.
         En la Universidad y en el Politécnico, la pérdida de los resultados de años de investigación y trabajo de hombres y mujeres comprometidos con el estudio, no se hicieron esperar; becas, estudios de post grado e investigaciones se vieron interrumpidas debido al movimiento estudiantil, en detrimento de dichas casas de estudio y de sus alumnos.
         Durante el estallido estudiantil, hubo personajes que se destacaron, no por su acertada y valiente participación, sino porque llevaron agua a sus molinos y que al término de este movimiento, se vieron beneficiados, saltando a las filas del gobierno “que tanto detestaban”; entre estos adalides encontramos a Amalia García Medina, Pablo Gómez Álvarez, Dolores Padierna Luna, Ifigenia Martínez y Hernández y a Javier González Garza, todos prominentes miembros del Partido de la Revolución Democrática y que se la han pasado la vida brincando de un cargo político a otro, salvaguardando sus intereses políticos y personales sobre los de los mexicanos.
         Cuando el Consejo General de Huelga, decide hacer un mitin en la Plaza de las Tres Culturas, el Gobierno Federal les envía un mensaje en donde les indica que no permitirá más vejaciones, insultos y confrontaciones y desmanes, les informa también que sí lo que quieren es diálogo, el Presidente está abierto a llevarlo a cabo, pero que bajo ninguna circunstancia está dispuesto a permitir que sigan incitando a la violencia; la respuesta de los líderes del movimiento fue tajante, no se iban a doblegar ante el Presidente y, el resultado es de todos conocido. El capricho de unos y la testarudez del Presidente, desencadenó en la masacre del 2 de Octubre.
         Cabe señalar que así como hubo cientos de estudiantes muertos, también hubo cientos que no fueron afectados y siguieron con sus vidas, alcanzaron sus metas y terminaron sus estudios, pues estos últimos nunca formaron parte de los disturbios, ellos simplemente se dedicaron a estudiar y a trabajar, manteniéndose al margen de la violencia, quizás por miedo o tal vez por no simpatizar con las ideas subversivas  del Consejo General de Huelga y sus líderes.
         En fin, cada 2 de Octubre, salen a las calles cientos de jóvenes que desconocen los hechos históricos que desencadenaron en la masacre de Tlatelolco; estos seudorendidores de homenaje, realizan pintas por todos los lugares que transitan, afectan a comerciantes, a civiles y a instituciones, atacan a transportistas y no respetan a la sociedad, escudándose bajo el manto de un movimiento, que en su momento se salió de su curso y del cual no tienen ni la más remota idea de lo que fue, de lo que persiguió y de lo que representó para nuestro país, simplemente se dejan “guiar” por todos esos falsos líderes estudiantiles del 68, que su único mérito es haber estudiado en la UNAM, en el Politécnico o simplemente por ser jóvenes por esas fechas y que, al haber desaparecido o muerto los verdaderos líderes del movimiento, se montan la casaca de líderes-víctimas y salen a protestar año tras año.
         Sólo puedo agregar, que cuando los verdaderos ideales de los líderes del movimiento del 68 se hagan del conocimiento de estos nuevos adalides, se darán cuenta de que la reacción del Gobierno Mexicano fue y seguirá siendo una respuesta de estado ante el inminente estallido social anárquico.


Lic. Pedro G. García Rementería 
SerPRO
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